CiciRide, mi primer gran desacierto de emprendimiento tecnológico

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En esta ocasión voy a contarles la historia de mi gran desacierto de emprendimiento tecnológico: CiciRide (ciciride.com, en su momento).

Antes de empezar, ¿qué es emprendimiento tecnológico?

Aunque pueden existir mejores definiciones, un emprendimiento tecnológico es aquel que se basa en la aplicación sistemática de conocimientos tecnológicos y científicos para brindar un servicio (muchas veces disruptivo o innovadores), sin embargo, los negocios desarrollados a partir de aplicaciones (Apps) en el entorno de Internet también se les puede catalogar como emprendimiento tecnológico, ya que dependen 100% de desarrollos, recursos y dispositivos tecnológicos (programación, Internet y smartphones) para funcionar.

Aquí va… hablemos de CiciRide

Tras meses trabajando en un portal web con un amigo español, este me comentaba que en su país estaba muy de moda una aplicación llamada BlaBlaCar, una especie de red social que conecta pasajeros y conductores para realizar viajes compartidos, lo que se conoce en inglés como “carpooling”.

Hasta ese momento, 2019, yo en lo particular había escuchando algunas tímidas iniciativas de aplicaciones de carpooling en Panamá, pero ninguna se había popularizado; la idea me hizo mucho clic y pronto decidimos, basados en ideas como Blablacar y Amovens hacer una inversión.

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Como Uber se había popularizado y era muy utilizado para trayectos cortos sobre todo dentro de la ciudad, vimos como una aparente oportunidad conectar conductores y pasajeros entre ciudades. De allí surgió el nombre: CiCi (City to City) y Ride, que podemos traducirlo como viaje; que juntos hacían la palabra CiciRide.

Sin validar la regulación local, pero teniendo en mente que el modelo de negocio funcionaba en Europa y que además ya daba sus primeros pasos en México y Brasil, iniciamos el proyecto y contratamos un programador para que elaborase una aplicación desde cero.

La idea era hacer un piloto en Panamá, pero habíamos pensado que Colombia era un verdadero mercado, dado el tamaño del mercado y que Rollin Colombia, la mejor aplicación de carpooling de este país no dominaba el mercado.

El programador tasó el desarrollo en 12 mil dólares, era un sacrificio que parecía alcanzable, hicimos un primer desembolso, lo admito, estaba muy motivado y no medí ningún tipo de riesgo, ya que lo que se veía a la distancia parecía un gol de media cancha.

Pasado un par de meses, pude ver los primeros avances, la interfaz del portal de administración se veía genial, el desarrollo no era nativo para móviles, sino que era un híbrido que pintaba bien.

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No lo vi venir…

Tras importantes avances vino el descalabro, el programador de la noche a la mañana cambió el costo del desarrollo, en lo personal no lo ví venir, y de 12 mil dólares el nuevo costo era 20 mil dólares.

No estábamos preparados para esto y no teníamos ningún contrato para respaldar la operación, y al final no hubo acuerdo con el programador, solo sabíamos que el desarrollo estaba en Ruby on Rails, y que no lo teníamos completo.

Comenzamos a buscar otras opciones, pero los programadores con los que pude conversar, todo querían al menos 20 mil dólares, pero haciendo un nuevo desarrollo.

La alternativa, regulación local y el fin del proyecto

En la búsqueda de alternativas encontré una solución denominada “marca blanca”, que aún me parece interesante, consistía en App prediseñado, con todas las funciones necesarias para lanzar una plataforma de dos lados para Carpooling.

Con una inversión aproximada de 8 mil dólares, obtener la solución (solo el App) parecía posible, pero no tuve el valor de contratar a los programadores creadores para personalizarla, tenía mucho prejuicio con las soluciones “tipo clone” de India, ya que había oído demasiadas historias de malas experiencias.

La verdadera barrera, la regulación

Tras meses buscando otras alternativas y revisando lo que teníamos, pude constatar que la legalidad de la plataforma de Carpooling tenía una gran barrera de entrada en Panamá, algo que debí revisar desde el principio. Esto, terminó por matar cualquier intento de lanzar o retomar el proyecto.

Y fue así como CiciRide, lo que suponía para mí el lanzamiento de un gran App, se convirtió simplemente en uno de mis mayores fracasos de emprendimiento, una derrota más, pero no suficiente para apagar y detener mi espíritu emprendedor, así que por ahí tendré mi revancha.

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